Adiós a Pablo Milanés, uno de los más populares y queridos exponentes de la Nueva Trova Cubana

A su talento se le deben canciones como “Yolanda”. A lo largo de su vida, editó más de 50 discos. Silvio Rodríguez le dedicó un emotivo poema de despedida.

Espectáculos 23/11/2022 redacción WTF redacción WTF
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La muerte a los 79 años en Madrid del músico, compositor y cantante Pablo Milanés, uno de los más populares y queridos exponentes del movimiento Nueva Trova Cubana, parece clausurar una etapa de la canción urgente y política en la escena iberoamericana.

Aunque el artista nacido el 24 de febrero de 1945 en Bayamo, venía renegando del proceso político cubano y de la música brotada en su seno, gran parte de su más reconocida obra se forjó en aquellos años del grupo de cantautores que encabezó junto a Silvio Rodríguez, Noel Nicola y Vicente Feliú, entre más.

En dupla con Silvio Rodríguez, fue elegido para “exportar” musicalmente los ideales de la Cuba revolucionaria en los tempranos 80 y aquel repertorio –bello, sentido y testimonial- marcó a fuego los oídos y los corazones de la sociedad argentina que procuraba superar la larga noche de la dictadura cívico-militar.

A su talento se le deben canciones como “Yo pisaré las calles nuevamente”, “Años”, “Comienzo y final de una verde mañana”, “Yo no te pido”, “La vida no vale nada”, “Yolanda”, “Amo esta isla”, “De qué callada manera”, "El breve espacio en que no estás", “Proposiciones”, “Pobre del cantor”, “El tiempo, el Implacable, el que pasó”, “La soledad”, “Nostalgias”, “Días de gloria”, “Ay” y “Todos los ojos te miran”, por citar solamente algunas.

En ellas el creador combinaba un discurso poético tan romántico como comprometido con ritmos y géneros de raigambre popular en su país, tales como el feeling y la propia trova, sin tampoco renegar del pulso jazzero y de formas propias de la canción popular norteamericana.

A lo largo de su vida, editó más de 50 discos, recibió, entre otros, el Premio Nacional de Música de Cuba y el Grammy Latino a la Excelencia Musical, y colaboró con instrumentistas de diversos géneros gracias a su exquisita musicalidad.

Milanés, gozando de un cariño incondicional del pueblo cubano en su tierra (como lo demostró su última y multitudinaria presentación de junio pasado en La Habana) y en su diáspora, y también del respeto de colegas como los españoles Joaquín Sabina y Víctor Manuel y el argentino Fito Páez, construyó un camino artístico personal para el que debió lidiar con una salud siempre delicada.

"A pesar de mis 27 operaciones, salir a cantar es mi vida, es lo que me da emoción. Me da ganas de vivir contemplar la magia que se vive cuando empiezo a cantar y eso es inenarrable", declaró en una entrevista con esta agencia realizada en febrero del 2019. También entonces contó que padecía el Mal de Dupuytrén (fibrosis en la fascia palmar que provoca el cierre progresivo de la mano).

La muerte le llegó debido a un cuadro que lo mantuvo hospitalizado desde el 13 de noviembre a causa de una inflamación en la vesícula biliar y una infección en el riñón.

Estas dolencias lo obligaron a cancelar varios conciertos de su gira "Días de luz" y mostraron el agravamiento de una situación que fue empeorando a partir del inesperado deceso de su hija Suylén, a los 50 años en enero último, a causa de una ACV.

"Con gran dolor y tristeza, lamentamos informar que el maestro Pablo Milanés ha fallecido esta madrugada del 22 de noviembre en Madrid. Agradecemos profundamente todas las muestras de cariño y apoyo, a toda su familia y amigos, en estos momentos tan difíciles. Que descanse en el amor y en la paz que siempre ha transmitido. Permanecerá eternamente en nuestra memoria", indicó un comunicado difundido por la oficina artística del músico en Facebook.

 Milanés se encontraba hospitalizado desde el 13 de noviembre a causa de una inflamación en la vesícula biliar y una infección en el riñón, que lo obligó a cancelar varios conciertos de su gira "Días de luz".

"Esta situación clínica –se especificó en la comunicación- es secundaria a una enfermedad oncohematológica que sufre desde hace varios años y que le exigió instalarse en Madrid a finales de 2017 para recibir tratamiento".

Apegado a un estilo de piezas cargadas de lirismo y melodía, Milanés renegaba del presente de la música popular en la región donde, como le dijo a Télam en agosto de 2017, “es decepcionante un panorama en el que las trasnacionales inventan falsos ídolos. Estamos viviendo un ciclo donde al increíble poder de ciertos medios y empresas por imponer determinados paradigmas hay que dejarlo pasar hasta que el público descubra que allí no hay ningún bien cultural”.

Menos sutil, en febrero de este año señaló a la prensa española "que el reguetón no tiene antecedentes porque no es música, no tiene antecedentes porque no es ritmo, no tiene antecedentes porque mucho menos es texto, todo me parece que es muy decadente y por eso lo critico".

En cambio, se ufanaba de sostener “una actitud personal y social desde la que nunca hice una concesión porque creo en el sentimiento del pueblo, en la sensibilidad y en la espiritualidad”.

Distanciados desde la década del 90 y con profundas diferencias en relación al rumbo de la Revolución Cubana triunfante en 1959, Silvio Rodríguez se hizo eco del fallecimiento de su colega y en su cuenta de Instagram publicó un poema que le escribió en 1969.

Los artistas, dos de las máximas voces de la Nueva Trova Cubana, un movimiento que los reunió y los llevó por escenarios del mundo, publicitaron sus opiniones divergentes acerca del país en una serie de notas públicas conocidas en septiembre de 2011.

Entonces Milanés escribió: “No perdonaré la doble traición que acaba de efectuar públicamente Silvio Rodríguez a quien una vez fue su hermano” y el autor de “Te doy una canción” señaló, lacónico: "El Pablo que conozco tiene casi un cuarto de siglo de retraso".

Pero hoy, al conocerse la muerte de Pablo a los 79 años, su colega, cuatro años más joven, publicó el poema que es el texto de una canción de la que solamente se conoce una grabación casera subida a YouTube en 2020 y donde dice:

“Pablo

Te conocí rasgando

el pecho de la muerte un día.

Tú no sabías nada

y eras tú quien la llevaba

de la mano.

Y así tú seguirás,

sin reparar en tu ventaja:

que eres tú quien la lleva,

quien la doma y la amortaja,

caminando.

Eres un espacio que se vuelve

sin espina y que se pierde

en la alegría de volverse.

Pero ya tu voz se está quedando,

ya tu mano está grabando

todo un nombre con sus dientes.

Quién que no haya visto la tristeza

con sus cuatro mil cabezas

puede oírte con descanso.

Quién que no haya amado largamente

y convivido con lo extraño

de este tiempo sin remansos.

Te conocí pegado

a la pared del cielo un día.

Ibas llevando entonces

bajo el brazo una guajira

y caminando,

caminando”.