El gato negro y otras supersticiones ¿De dónde vienen?

¿Somos arrastrados por el ciego destino, o bien podemos controlar nuestra suerte y encaminar nuestra vida como mejor parece?

Curiosidades 19/11/2020 S& S&
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La suerte es un personaje misterioso e indefinible, pero, a la vez, es responsable de los muchos acontecimientos casuales y accidentales que contribuyen a forjar nuestro destino personal. Porque, buena o mala, la suerte nos afecta a todos.

Y la capacidad para atraer la buena fortuna y preservarse de la mala ha preocupado al hombre desde siempre, y aún le preocupa en la actualidad.

Intervención divina

Los romanos atribuían su suerte a la Diosa de la Fortuna, la cual con frecuencia era representada con una rueda, precisamente la rueda de la fortuna, la misma que aparece a menudo en las ruletas modernas.

Los griegos también tenían una diosa llamada Némesis. La idea era que los dioses se enfadaban cuando una persona se comportaba de forma inmoral, y tenían celos si alguien lograba demasiada felicidad o riqueza. Némesis era la responsable de mantener el equilibrio. Y así, los antiguos creían que mantener a los dioses felices podía asegurarles buena suerte.

Tocar madera

La creencia de que de alguna manera podemos estimular nuestra buena suerte todavía está vigente hoy día, en forma de supersticiones. Por ejemplo, son pocos los que en alguna ocasión no han tocado madera al narrar una desgracia que no querían que les ocurriese, o que no han cruzado los dedos cuando ansiaban que algo fuese bien, y que han evitado cuidadosamente pasar bajo escaleras o abrir un paraguas dentro de casa.

Orígenes

En la mayoría de los casos, estas supersticiones tienen raíces bien fundadas. Rechazar ser el tercero en encender un cigarrillo, por ejemplo, se remonta a la Primera Guerra Mundial. Cuando un soldado en las trincheras encendía su primer cigarrillo, llamaba la atención de un tirador enemigo apostado; el segundo cigarrillo lo ponía en el punto de mira del tirador; al encender el tercero… ya había una bala dirigida hacia su cabeza.

Personas supersticiosas 

La naturaleza azarosa de algunos profesionales hace a las personas que las ejercen más propensas a las supersticiones que otras. Los marinos son un ejemplo. Harán cualquier cosa que esté a su alcance para evitar hacerse a la mar un día martes y 13. Después está la prohibición de cantar al mediodía en alta mar, porque constituye un tabú riguroso, pues se cree que llama al mal tiempo.

Los actores se sienten incómodos cuando oyen silbar. Cualquiera que sin darse cuenta silbe en un camarino será empujado al pasillo y obligado a dar tres vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj. Sólo después podrá llamar a la puerta y pedir ser readmitido.

También es tabú desear a los actores “buena suerte”, ya que se cree que puede ser contraproducente para su actuación. En lugar de ello debe decírseles: “Rómpete una pierna”. Otro tabú de los actores es el uso de flores frescas en el escenario. Esto se considera tan desfavorable, que sólo se emplean artificiales, excepto en raras circunstancias. Sin embargo, la más famosa de las supersticiones teatrales es la prohibición de mencionar “Macbeth”, el drama de Shakespeare, por su nombre. Se hace referencia a esta obra como “ese drama escocés”.

Colores de la suerte

Se cree que los colores permiten asociaciones de buena y mala suerte. El verde se considera tradicionalmente un color de suerte, excepto en el teatro, donde se cree trae mala suerte en el escenario.

El rosa, por supuesto, es universalmente escogido cuando se trata del amor, lo que explica los vestidos rosas plisados de muchas vedettes y la decoración rosa de las suites nupciales.

Los novios deben llevar algo azul el día de la boda, y es muy inapropiado que una invitada se presente vestida de blanco.

También es de mala suerte llevar flores rojas y blancas a un amigo que está en el hospital, ya que se supone que éstas simbolizan la sangre y los vendajes. 

Coincidencias 

De las diversas manifestaciones de la suerte, quizás la más extraordinaria sea esos acontecimientos casuales que resultan notables por ser simultáneos o estar interconectados de alguna manera. Estas coincidencias son experimentadas por muchos y han sido descritas a menudo como la forma en que “el universo intenta encontrar un sentido a sí mismo”.

Existen muchos ejemplos, como el de lograr un asiento en un avión en el último minuto y descubrir que nuestro vecino tiene nuestro mismo nombre y fecha de nacimiento.

Algunas coincidencias han sido tan notables que se han hecho famosas. Hubo el caso de un soldado de Chicago que capturó a un prisionero alemán durante la Segunda Guerra Mundial en Normandía. 

Descubrió para su sorpresa que el alemán llevaba un reloj que había pertenecido a su hermano, a quien el soldado alemán había capturado dos años antes en el norte de África.

Otra narración célebre es la de un pescador que pescó una perca en un río cerca de su casa. Al abrirle el vientre descubrió el anillo que su esposa había perdido varios meses atrás.

Teorías sobre el azar

En un intento de explicar el fenómeno de las coincidencias, el célebre psicoanalista suizo Carl Jung propuso el principio de la sincronicidad. Por él entendía que los acontecimientos que parecen ocurrir por azar están de hecho conectados de forma significativa. Así, si una persona encuentra una postal de un conocido hace tiempo olvidado mientras limpia un cajón y al rato tropieza con esa misma persona en la calle, los acontecimientos están en coincidencia significativa, según la ley de la sincronicidad.

Hay muchos hechos coincidentes que evidentemente no pueden ser atribuidos a la casualidad.

Hadas y duendes

Existen hadas y duendes de todos los tamaños, colores y formas. Hay quien afirma que son ángeles caídos; otros, que son las almas de niños sin bautizar; otros en cambio piensan que se trata de paganos muertos, no los suficientemente buenos para ir al cielo, pero no tan malos como para merecer el infierno.

Sin embargo, todos están de acuerdo en que son criaturas traviesas que disfrutan creando desorden y engañando a los crédulos mortales.

Todos los duendes tienen el poder de dar buena o mala suerte, pero su tendencia natural es ser levemente malvados y caprichosos. Incluso cuando un hada concede tres deseos, normalmente hay una trampa oculta.

El hada madrina de Cenicienta tuvo la amabilidad de arreglar las cosas para que la castigada niña pudiera asistir al baile, pero no pudo resistirse a añadir que a medianoche la carroza volvería a convertirse en una calabaza.

Las hadas y los duendes protegen celosamente sus hogares y riquezas. Los buscadores de tesoros que violan sus bienes cosechan una amarga racha de mala suerte e, incluso, la muerte.

Los duendes irlandeses, en especial, disponen de tesoros fabulosos, y a veces recompensan espléndidamente al afortunado mortal que les ayuda.

Gatos negros

El gato ha encarnado distintas variantes de la fortuna durante su larga asociación con el hombre. Ha sido adorado como una deidad y perseguido como representante de todas las fuerzas del mal.

En Inglaterra, actualmente el gato negro simboliza la magia sin malevolencia y, en general, se le considera como un presagio de buena suerte. Que un gato negro se cruce en el propio camino es un gran augurio. Pero hay quienes mantienen que es un mal presagio si el gato se cruza de izquierda a derecha o se escapa a nuestro paso.

Si un gato negro tiene la condescendencia de visitar el hogar, nunca se lo debe echar, pues se lleva consigo la buena suerte de la casa.

En muchos otros países, los gatos negros son vistos con miedo y hostilidad. En América del Sur se cree que son poderosos “gafes” capaces de provocar enfermedades e incluso la muerte.

En la mayor parte de Europa y en Estados Unidos, los gatos negros simbolizan el demonio.