¿Lady Di sufría de trastornos psiquiátricos?

Una de las tantas psicólogas que atendió a Diana Spencer afirma que tenía un trastorno límite de personalidad, con cambios de humor repentinos, manipulación a quienes la rodeaban y necesidad de llamar la atención.

Curiosidades 29/11/2020 redacción WTF redacción WTF
Principe Carlos

La cuarta temporada de The Crown ha hecho que se cierren los comentarios a las cuentas de Carlos y Camila  de Cornualles por los constantes ataques a la pareja, ya que la serie muestra cómo Diana padeció el amor entre ellos, hoy casados legalmente.

Todo el planeta idolatra a Diana, pero una biografía de Sally Bedell Smith, que se codeó durante tiempo con la monarquía inglesa y ese acceso privilegiado, asegura que era una persona enferma. De hecho, esta teoría cierra con un gesto llamativo: los hijos de Ladi Dy, Guillermo y Enrique, adoran a Camilla, por lo que la historia puede empezar a darse vuelta.  

El libro  'Diana: In Search of Herself' (1999) presenta a Diana como una mujer con un trastorno límite de la personalidad o borderline, que torturó psíquicamente a Carlos y manipuló a sus hijos.

En otro libro, ' Shrinking the Princess', de Sally Bedell Smith, se afirma que el "temperamento inestable de Diana llevaba todas las marcas de uno de los trastornos psicológicos más evasivos: la personalidad límite (borderline). Esta condición se caracteriza por tener una auto-imagen inestable, cambios bruscos de humor, miedo al rechazo y al abandono, una incapacidad para sostener relaciones, sentimientos de soledad, aburrimiento y vacío, depresión y comportamientos impulsivos". 


Según se desprende de las biografías de Diana, sus primeros siete años de vida fueron idílicos en Althorp House, la casa familiar. Pero en 1968, después de una infidelidad por parte de su madre, sus padres se separaron y Diana junto con su hermano menor, se fue a vivir en un apartamento en el distrito londinense de Knightsbridge con su madre, donde la niña asistió a una escuela regular y llevaba una vida común y corriente. Es en este momento que Beddell Smith fija el punto de inflexión en la personalidad de la princesa. Habría dos Dianas, la niña buena, y Diana, la criatura estremecida por el trauma del divorcio y consumida por inseguridades.

Según relata Andrew Morton, su biógrafo oficial, el trauma más grande en la infancia de Diana sobrevino cuando en la navidad de ese año, su padre les negó su regreso a Londres con su madre. Lady Spencer fue demandada por la custodia de sus hijos y un testimonio de su madre durante el juicio contribuyó a la decisión del tribunal para otorg

Beddell-Smith señala que este periodo estuvo marcado por largos episodios de depresión y retraímiento, aunque al entrar en la adolescencia se dio un cambio en su manera de ser: "[Diana] se convirtió en una estudiante que iba de mediocre a mala, su promedio escolar tuvo un declive y empezó a demostrar algunos signos de rebeldía, especialmente en la creciente tirantez en sus relaciones con su madrastra, Raine, y con su padre".

El segundo matrimonio del conde Spencer, en 1976, cuando Diana tenía 15 años fue el segundo punto de inflexión que señalan Morton y Beddell-Smith. Diana se mostraba intensamente celosa de la nueva esposa de su padre y no tenía ningún interés en ocultarlo, lo que la llevó a cambiar su relación con él. En la versión definitiva de 'Diana: Her Own Story', Morton indica que a Diana le resultaba imposible de tolerar la presencia de Raine en Althorp House. Después de una serie de escenas desagradables durante sus visitas en fin de semana, Diana salió de la escuela en 1977 y se mudó a Londres.

Beddell-Smith señala que Diana comenzó a manifestar síntomas que los expertos consultados por ella identificaron como trastorno límite de la personalidad (borderline), que se caracteriza por afectar la forma en la que los enfermos manejan el resentimiento hacia eventos difíciles que le han tocado vivir (como abandono, abuso, divorcio de padres...). Esta imposibilidad da lugar a una inestabilidad significativa en las relaciones interpersonales.

La bulimia, afirma, llegó cuando aún no estaba comprometida con Carlos.  

En privado, señala Beddell-Smith, Diana tenía arrebatos de celos,  incontrolables ataques de llanto, bulimia,  inseguridad afectia y constante necesidad de llamar la atención.

La autora trae a colación lo que quienes colaboraron o vivieron con ellos llamaban 'Bad Diana', no sin un dejo de ironía: alusiones a un comportamiento impulsivo y casi infantil, en los momentos tensos de su matrimonio. Cuando tenía estos episodios de ira, desaparecía la Diana que el mundo tiene presente.

La obra presenta a una Lady Di inmadura, volátil y manipuladora que no era víctima de Carlos, sino que explotaba su posición como una mujer 'humillada' para tener grescas verbales. En diversas ocasiones, estando aún casados, cuando el príncipe de Gales y ella coincidían en la misma habitación de su apartamento en Kensington Palace, los gritos y reproches eran continuos a pesar de que sus hijos se encontraban presentes. Cuando Carlos daba por concluida la discusión, se marchaba. Diana se consolaba en sus hijos que entonces contaban con 9 y 11 años.

No obstante, también es un hecho documentado, que buscó ser una buena madre para sus hijos: les inculcó valores y realizó actividades con ellos que nunca se habían dado abiertamente dentro de la monarquía.

"Después del divorcio en 1996, Carlos intentó por todos los medios que la imagen de su exmujer no se viera corrompida por los continuos escándalos que protagonizaba ya que ante todo ella era la madre de sus hijos, y uno de ellos heredaría la corona".

Según la autora a la casa real le resultaba imposible lidiar con la conducta "errática" de Diana con los medios de comunicación.

Mientras un día amanecía hecha un mar de lágrimas y deseaba a toda costa que los paparazzi la dejaran en paz, otros se levantaba con deseos de dar declaraciones y se dejaba fotografiar sin poner resistencia, algo que resultaba "desconcertante para Carlos" y su personal de comunicación; que pese a la separación y el divorcio, "monitoreaba la figura de la princesa en los medios".

Beddell-Smith también presenta una de las anécdotas que refleja el complejo carácter de Diana y cómo ocasionalmente utilizaba a sus hijos como peones en su guerra por afectar la imagen de su marido, movida por el rencor hacia su relación adúltera con Camilla Parker-Bowles.

En 1991 organizó una fiesta para William y Harry en la estación austriaca de Lech. Ese día, ella fue alertada por los secretarios de que coincidía con la fecha en la que el príncipe Carlos había quedado con unos amigos para cazar. Diana, mediante la ayuda de su secretario personal, avisó a la prensa amarilla de que el príncipe de Gales prefería salir con sus amigos antes que pasar tiempo con sus hijos.

A pesar de intentar ayudarla, Diana seguía convencida de que la familia real estaba intentando hundirla por ese motivo, solía amenazar a los secretarios del príncipe de Gales con llamadas a medianoche, de acuerdo con el libro. 

A Camilla la llamaba en medio de la noche para decirle que le había enviado sicarios.

“He enviado a alguien para matarte. Está fuera en el jardín. Mira por la ventana. ¿Puedes verlos?”.

Aún estando casada con Carlos, y muy consciente de que él había reanudado su relación con Camilla, Diana vivió varias relaciones amorosas. La primera de ellas fue con su guardaespaldas Barry Manakee, quien falleció en 1985 en un accidente de tránsito. La princesa llegó a sospechar de que la muerte de su amante había sido un asesinato y así se lo confesó a su entrenador personal Peter Settelen, quien contaría estas confidencias a la prensa inglesa.


"Cuando tenía 24 años me enamoré profundamente de un hombre. Todo salió a la luz, lo despidieron y luego lo mataron. Fue el golpe más fuerte que recibí en mi vida", aseguró.

La más sonada y duradera fue con James Hewitt, un oficial de la Armada Británica que tuvo como instructor de equitación, y con quien tuvo una larga relación que él mismo se ha dedicado a detallar de diversas maneras.


Otros hombres con los que se relacionó fueron James Gilby, que la llamaba ' Squidgy' y cuyas conversaciones telefónicas causaron sensacIón al ser publicadas por la prensa. También mantuvo una relación con Oliver Hoare, un comerciante amigo del príncipe Carlos que estaba casado y no estaba dispuesto a dejar a su esposa y Diana entró en estado de cólera. Muchas noches llamaba a casa de su amante y amenazaba a su mujer hasta que ésta tomó medidas legales. Después de Hoare, Diana empezó a salir con el jugador de rugby Will Carling, pero fue una relación fallida desde el principio .

James, su relación más larga, y el llamativo parecido con Enrique


En 1995, Diana ofreció una entrevista al programa 'Panorama' de la BBC, una de las entrevistas más famosas y polémicas y la más memorable según el pueblo británico. 

Beddell-Smith relata en su libro que este fue quizá el punto máximo del trastorno límite de la personalidad de Diana en público. Su intención claramente era afectar la imagen de Carlos, ya de por sí muy golpeada  y su triunfo mediático fue causa de una alegría cruel, según le relató a la autora el exguardaespaldas Ken Wharfe, que estuvo con la princesa en esos años críticos.


La muerte de Diana en 1997 la convirtió en una figura mártir de la cultura popular, pero al irse revelando las capas de su naturaleza humana al paso del tiempo, se deja ver más como un ser humano más complejo de lo imaginado. Sally Beddell-Smith la describe al cierre de su libro como una mujer enferma.