¿Es posible la determinación del sexo y la edad de una persona a través de su escritura?

Por supuesto, es posible, pero plantea un sinfín de aspectos muy complejos, pero, pese a ello, la grafología no deja de intentar algunas respuestas.

Curiosidades 03/01/2021 S& S&
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El sexo

Hay una tradición bastante antigua y arraigada que habla de una “letra femenina”, cuyos rasgos esenciales son: predominio de las curvas, cierta lentitud al escribir, un mayor grado de control en los trazos y una evidente uniformidad a lo largo de todo el texto. Sin embargo, una “letra femenina” es herencia cultural de un pasado que cada vez está más lejos.

No obstante, por lo general, cuando una escritura presenta menos presión (y, en consecuencia, es más fina), mayor inclinación, rasgos más largos, terminaciones sinistrógiras y curvas más amplias y graciosas, los grafólogos se sienten tentados a apostar por la presencia de una mujer.

En principio, la caligrafía masculina generalmente es más acusada, denota haber sido escrita con velocidad y capacidad ejecutiva y, curiosamente, suele distanciarse de la caligrafía escolar mucho más que la femenina. 

Sexo 1

La presencia de rasgos masculinos (cuando éstos no son excesivos) en un texto escrito por una mujer inclina a pensar de ella que es una persona capaz de adoptar decisiones rápidas, voluntariosa plena de iniciativa y con un gran espíritu emprendedor. Es el tipo de letra que suele caracterizar a las mujeres profesionales.

En el hombre, la presencia de rasgos grafológicos femeninos señala una personalidad acomodaticia, más dispuesta a la conciliación y al compromiso que a la lucha abierta y frontal por los infinitos problemas de la vida cotidiana.

Sexo 2

La edad

En este terreno, los grafólogos optan por establecer diferentes etapas de edades, que, por supuesto, son muy relativas.

a)       Hasta los 11 años: ésta es la etapa de la niñez, en la cual conviene observar principalmente la inclinación de las letras. Cuando la caligrafía se orienta hacia la derecha, como es habitual en el caso de la mayoría de los niños, la aparición de letras orientadas hacia la izquierda denota una zona de conflictividad y angustia, por lo general provenientes del ámbito familiar. En el caso de los niños zurdos, cuya normalidad incluye la escritura con tendencia a la izquierda, la presencia de conflictos es señalada por la aparición de letras tendentes hacia la derecha, pero con un trazo que denota mucha presión.

b)      Entre los 11 y los 16-17 años: la caligrafía acusa todos los síntomas de la pubertad, que se manifiesta a través de engrosamientos imprevistos a lo largo de los palos o en los ojos. Significativamente, los engrosamientos en los palos se dan sobre todo en los muchachos, mientras que en los segundos se dan generalmente entre las chicas. En realidad, los cambios que se operan en la letra son un reflejo más de las transformaciones corporales que el niño vive en esta etapa.

No es casual que sea en este período cuando el niño comienza a pretender la definición de su firma. No es otra cosa que la búsqueda incesante de la propia identidad, hasta entonces difuminada en el ámbito familiar.

Sexo 3

c)       Entre los 18 y los 60 años: en esta etapa es extremadamente difícil establecer la edad a través de la caligrafía. Es el tiempo de la adultez, categoría vital que se asocia mayoritariamente con la estabilidad. Por supuesto, también los cambios sociales y culturales de hoy día ponen en entredicho muchas veces tal asociación. La mayoría de las patologías psíquicas, que por lo general aflora en el mundo de los adultos, siempre se manifiesta con mayor o menor fuerza en la escritura.

d)      A partir de los 60 años: en esta etapa es corriente que la caligrafía se muestre más lenta y con una ausencia notable de aquellos “enlaces anormales” que representan de manera más inequívoca la presencia de impulsos creativos y de mucha energía vital. A edades más avanzadas, el cambio en la escritura refleja a menudo el cambio en el ritmo del pulso y los ligeros temblores que suelen aparecer en las manos de los ancianos.