La vestimenta a lo largo de nuestras vidas, ¿estética o ritual?

Tanto si es por magia o por estética, ritual o religioso, la forma en que nos vestimos tiene un papel importante a lo largo de nuestra vida.

Curiosidades 04/01/2021 S& S&
victoria-3

La indumentaria del poder es un fenómeno relativamente reciente en el mundo de los negocios occidental, con grandes hombreras señalando ambición y valores materialistas. Esto es lo que se llama “ingeniería de guardarropa”. 

Pero la creencia en que la forma de vestir de una persona puede afectar su destino, además de identificar su estatus y rasgos básicos de personalidad, es realmente muy antigua y está muy extendida.

Protección Mágica

El hombre primitivo no empezó a utilizar ropas sólo para protegerse de los elementos o de los animales. Es casi seguro que nuestros antecedentes adoptaron vestidos de diversos tipos como protección contra los espíritus malignos; y sabemos que los guerreros antiguos se vestían de forma regular como animales salvajes o demonios para asustar a sus enemigos.

Los miembros prominentes de determinadas tribus, tales como los brujos, también usaban prendas que los distinguían del clan; y se pensaba que su atavío tenía una significación mágica.

La gente siempre ha temido la esterilidad, y así desde épocas primitivas ha tomado diversas medidas para proteger del peligro a sus órganos sexuales, o para protegerlos mágicamente. Por ejemplo, un ceñidor de conchas de ciprea semejando las partes femeninas se creía que era un talismán para potenciar la fertilidad. Otros amuletos, tales como los dientes de animales salvajes, se usaron para que confirieran fortaleza.

Este no deja de tener su paralelismo en la ficción. Batman utiliza unas ropas extrañas que parecen conferirle poderes especiales; las botas de siete leguas de los cuentos infantiles llevaban a todo tipo de aventuras fabulosas.

Cuestión de modestia

Adán y Eva se cubrieron rápidamente con hojas de parra una vez que fueron conscientes de su desnudez, de acuerdo con la narración bíblica. Y el cristianismo predicó originalmente la humildad en el vestir, considerando al mismo tiempo la desnudez como vergonzosa. Otras religiones tienen creencias similares, pero la idea de lo que constituye la modestia varía.

Los chinos creyeron en otro tiempo que era inmodesto enseñar los pies; y la novia judía ultraortodoxa todavía recorta sus cabellos cuando se casas y utiliza una peluca (sheitel) siempre que aparece en público durante toda su vida de casada, porque sólo su esposo puede ver su verdadera corona de gloria; además, su cabeza debe estar cubierta en cualquier otra ocasión. 

La tribu hagen de Nueva Guinea también emplea pelucas con flecos de escarabajos y guarniciones de piel de marsupial, pero por una razón bastante diferente. Creen que sus cabellos albergan espíritus, y que su crecimiento exuberante significa que son favorecidos por el mundo de los espíritus.

Ropas y vestimentas

El diseño y los colores de las ropas desde antiguo han expresado rango. Por ejemplo, durante el siglo VI los emperadores de la dinastía T`ang de China se distinguían por sus ropajes oscuros y voluminosos que presentaban los 12 símbolos imperiales.

Mas tarde, durante el período Ming, se introdujo un sistema completo de colores y esquemas para revelar el estatus: dragones y nubes para la nobleza, amarillo para el propio emperadores y azul para los plebeyos.

En 1510, el rey Enrique VIII incluso introdujo una ley en Inglaterra prohibiendo a todo el mundo por debajo de la categoría de lord utilizar paño de oro o plata, raso o terciopelo, o cebellina o lana de cualquier lugar más allá de Calais.

También los seguidores de muchas de las religiones y filosofías del mundo con frecuencia tienen marcas específicas de identificación en sus vestidos. Los ascetas indios llevan sólo las prendas más toscas; y los musulmanes en su viaje a La Meca (hajj) visten el ihram, dos simples telas sin costuras que se arrollan en torno al cuerpo y después se cuelgan sobre el hombro. 

Por su parte, algunos japoneses tienen una prenda denominada oizuru, en la que se imprime el sello de la reliquia budista que visitan regularmente.

Las prendas empleadas antiguamente por los sacerdotes para sus ceremonias eran con frecuencia muy ostentosas, con finos bordados y suntuosos tejidos y colores. De hecho, se asemejaban a los trajes de coronación aún empleados por parte de la realeza mundial. Pero, con la Reforma, las ropas litúrgicas en general se tornaron más sencillas. Actualmente, algunos miembros del clero rechazan incluso utilizar el alzacuello para poder sentirse totalmente identificados con sus feligreses.

Vueltas atrás

Los amish, una conservadora secta protestante que se asentó en Estados Unidos, aún visten exactamente igual que sus fundadores, un signo externo que no deja de asociarse con un conjunto distinto de valores. 

También los judíos hassídicos utilizan largos bucles, trajes oscuros, grandes sombreros de piel, abrigos largos y calcetines blancos de la Rusia del siglo XIX, como constante recordatorio de la filosofía que siguen; el grado de ortodoxia de una persona viene dado por las características de su vestimenta, que, por lo general, se ajusta a normas muy estrictas.

La ropa también es a veces un signo importante de que se pide respeto.

Así, la peluca de un juez, por ejemplo, muestra que representa la máxima autoridad en el tribunal. Un policía, por supuesto, puede ser reconocido instantáneamente por su uniforme, hasta tal punto que éste es el depositario de la autoridad. En efecto, cualquier persona que, sin ser policía, se lo ponga, será tomada en principio por policía.

Rasgos de personalidad

Los estados de humor, las opiniones, la posición social y los orígenes pueden ser revelados todos ellos por la forma de vestir. Por ejemplo, utilice una fada corta a cuadros y para todos será evidente que eres un nacionalista escocés. Lleva algo muy de otra época y posiblemente los demás pensarán que eres un excéntrico. 

El corte de un traje o un monograma en un pañuelo también pueden constituir una clave de sus ingresos, porque hay quienes gustan de “llevar puesto” su dinero de una forma ostentosa.