¿Qué factores influyen al momento de formar nuestra identidad y personalidad?

La grafología ha estudiado sobre este tema y puede ayudarnos a resolver algunas de nuestras inquietudes.

Curiosidades 21/01/2021 S& S&
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La personalidad de todo individuo es algo muy complejo que, por de pronto, implica diversas estratificaciones. La primera de ellas, que es la más profunda, por ser completamente inconsciente, afecta a un patrimonio común de toda la humanidad.

Es lo que Jung ha definido como el “subconsciente colectivo”, y que aflora desde tiempos inmemoriales a través de los múltiples mitos y de los sueños. En cambio, otros niveles o estratos de la personalidad se estructuran a medida que cada individuo va perfilando su propio psiquismo.

Por supuesto, este tipo de desarrollo evolutivo implica la adquisición paulatina de cierto tipo de actitudes: maneras de hablar, de desplazarse, de gesticular … y también, como es obvio, de escribir. Es aquí donde la escritura ofrece la posibilidad de descifrar la estructura de personalidad característica de cada individuo.

El proceso formativo de un ser humano (al igual que el de los demás animales) está signado inicialmente por la tendencia a “imitar” a los seres adultos que le son próximos y frecuentar su entorno más inmediato. De este modo, el ser humano se hace de las capacidades básicas y más elementales que le permiten luego sobrevivir y abrirse camino como ser autónomo e individualizado. 

En este contexto, como es obvio, la figura de la madre suele ser de capital importancia, al menos en la mayoría de las estructuras familiares conocidas, tanto en Oriente como en la cultura occidental.

La etapa formativa

Este tipo de identificación se hace más evidente a medida que el ser humano se encuentra en una etapa formativa inicial. El imitar palmariamente a lo adultos próximos le ayuda al niño a tomar el camino propio que, con los años, también le convertirá en un ser adulto. Cuando el grado de dependencia del niño es mayor, su imitación de los padres es más rígida. Por lo tanto, cuando este alto grado de imitación se mantiene más tiempo, la evolución del individuo es menos independiente.

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Si estas formas miméticas se mantienen en edades más avanzadas, evidentemente se está ante un problema de identidad muy serio. A mayor imitación, la individuación es menor y la identidad es más débil. Hoy día puede verse, como un rasgo “infantil” – y degradante- de la sociedad de consumo, las “modas juveniles” de imitar ciertos divos y protagonistas del mundo del espectáculo, de la política o de las finanzas. 

Desde hace tiempo los grafólogos se preguntan en qué medida su disciplina puede ayudar a detectar más o menos tempranamente estos procesos patológicos. En este sentido, está claro que un estudio grafológico se hace casi indispensable apenas el niño entra en la etapa de escolarización.

Por lo general, dado que el referente inmediato es la madre, la relación que guarda la escritura del niño con la de su progenitora constituye un elemento sumamente importante, tal como puede verse a través de los ejemplos de diferentes edades que se observan en los recuadros de este artículo.

Imitación y patología

Un buen análisis grafológico de esta problemática no sólo debe incluir el estudio de la escritura del “imitador”, sino la del modelo seguido por él. Como es natural, la escritura del que imita comporta siempre una pauta de reflexión, un “repensamiento” que de inmediato se traduce en una mayor lentitud del signo gráfico.

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En consecuencia, el conjunto del texto escrito adquiere parte del carácter que ha sido atribuido al tipo “artificial” de la caligrafía. En estos casos, corresponde obtener un resultado muy útil e importante del análisis grafológico cuando el examen de la escritura se realiza durante un período de tiempo relativamente prolongado, ya que de este modo se podrá detectar si la identificación ha sido transitoria (es decir, si ha servido de modelo para un carácter que después se desarrolla de forma totalmente independiente y normal) o si, por su permanencia, es un índice de alguna patología.

El caso de una escritura que muestra persistencia en la imitación del modelo caligráfico habla de dificultades en el proceso de maduración de la personalidad.