¿Sabes como ha influido la belleza a través de la historia?

Contradictoriamente, la belleza puede ser fuente inspiradora de armonía y felicidad, así como motivo de gran dolor y fuerte desesperación.

Curiosidades 09/02/2021 S& S&
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Alexander Pope, el gran poeta inglés, afirmó: “Las mujeres bellas pueden inútilmente hacer caídas de ojos; el encanto impacta al mirar, pero sólo el mérito conquista el alma”. 

La belleza ha sido la inspiración de los poetas, la ruina de los reyes y la delicia y desesperación de hombres y mujeres en general, desde el fatídico mordisco de Adán a la manzana de la tentación. Sin embargo, el propósito exacto de la belleza ha seguido siendo un misterio tanto para los científicos como para los filósofos a través de la historia.

Los biólogos la interpretan como un tipo de atractivo sexual, impuesto por la naturaleza para asegurar la continuidad de la vida. Puede ser un poco duro aceptar que nuestros impulsos estéticos no tienen una función más sofisticada que el trasero con los colores de arco iris de un mandril. Pero, para Freud, padre del psicoanálisis, y para la gran mayoría de los hombres, la belleza está inseparablemente unida a la excitación sexual. 

El divino don

Los filósofos, por el contrario, han tendido a unir la belleza con la verdad, y a buscar la justificación del poder de la belleza viéndola como un don divino. Los filósofos griegos fueron los primeros que impulsaron este dudoso concepto, el cual se empleó para condonar todo tipo de abusos.

Creían, por ejemplo, que un cuerpo hermoso era la manifestación de un alma hermosa. Platón, que podía sentirse atraído por los encantos de un hombre bien conformado, tenía dificultades para distinguir entre lo que llamaba “mera” belleza física y la belleza “pura” o divina. La creencia en el origen divino de la belleza masculina ayudaba así a justificar la homosexualidad en la antigua Grecia. 

Desnudos

Las mujeres griegas tenían bajo estatus social, pero algunas se beneficiaron de su excepcional belleza personal. Cuando Friné, la más bella de las cortesanas, fue acusada de mal comportamiento, su defensor – viendo que el caso estaba perdido- le arrancó la túnica y obtuvo un veredicto favorable de los jueces. (Fue un raro acontecimiento, porque normalmente sólo en las celebraciones de Poseidón las mujeres se mostraban desnudas bañándose en el mar. La desnudez era con mayor frecuencia una costumbre masculina).

Cuando Paris, hijo del rey Príamo de Troya, sedujo a Helena, que era considerada la mujer más hermosa del mundo, y la separó de su esposo Menelao, provocó una guerra de 10 años, que acabó con la total destrucción de Troya y la muerte del propio Paris. En la vida, como en la leyenda, la gran belleza ha demostrado ser con frecuencia un arma letal. 

Cleopatra, coronada reina de Egipto en el 51 a.C., también explotó su belleza personal para asegurarse el trono frente a la expansión del imperio romano. Se convirtió en amante de Julio César, y después de Marco Antonio. Mujeres como Cleopatra, que explotan su belleza con resultados increíbles, son generalmente consideras “mujeres fatales”.  

La insaciable Catalina la Grande de Rusia, que devoró una larga serie de hermosos y bien dotados soldados jóvenes en muchos aspectos el arquetipo de la “mujer fatal”.

Damas de la noche

A finales del siglo XIX, el papel de mujer fatal fue adoptado por las famosas cortesanas parisienses, algunas de las cuales llegaron a ganar mucho dinero. Cléo de Mérode pedía 50 libras por una noche (una gran cantidad de dinero en aquella época) con todos sus servicios; y la Bella Otero, hija de un humilde gitano español, logró notoriedad y riquezas a través de sus vínculos con aristócratas europeos y rusos. Sus dos grandes pasiones eran las joyas y el juego, que pronto acabaron con la fortuna de la mayoría de sus amantes. 

Gigolos profesionales

Un camino similar de promoción estuvo abierto a hombres hermosos como Rodolfo Valentino, que se inició como compañero de baile profesional o gigoló y finalmente se convirtió en el ladrón de corazones de Hollywood. “Con tu aspecto y tus maneras -le advirtió su primer director- pasarás más tiempo en la cama con tus parejas que en la pista de baile. Mejor gánate la vida en tus horas libres, que en las que yo te pago.” Valentino así comenzó a tomarse su “pausa para hacer el amor” entre el baile de la hora del té y la sesión de la noche.

Favoritas reales

El perdurable poder de la belleza nace de su capacidad para dar el trate con las convenciones sociales apuntaladas normalmente por la riqueza y el status. Las chicas hermosas siempre podían confiar en promocionarse a través del matrimonio, y la más bella de todas podía aspirar a convertirse en la amante del rey, un cargo de gran autoridad a finales del siglo XVI. Las recompensas del puesto incluían riquezas y joyas, y con frecuencia la legitimización de sus hijos tenidos con el rey.

Carlos II de Inglaterra, por ejemplo, tuvo como amante a Barbara de Villiers, de noble cuna, pero también a la humilde Nell Gwynn, que había sido vendedora de pescado. Nell recibió mucho dinero y su primer hijo fue nombrado Duque de Saint Albans.

También algunos hombres se han beneficiado del papel de favoritos reales. El apuesto y viril George de Villiers explotó con éxito las inclinaciones homosexuales de Jaime I, convirtiéndose en Master of de House, Knight of the Garter, Vizconde de Villiers, Conde de Buckingham, Marqués y, finalmente, Duque. Cuando se preguntó a Jaime I por este favoritismo, contestó: “Cristo tuvo a su Juan, yo tengo a mi Jorge”. Hubo épocas en que los grandes personajes de la nobleza organizaban concursos de belleza donde participaban desnudos masculinos, como según creían, “en la Grecia clásica”.

Hasta el siglo XX, las historias referidas al salto “de la pobreza a la riqueza” implicaban inevitablemente sacrificio y virtud. Sólo con la llegada de la industria del cine y de la moda, dos grandes suministradores de trabajo a hombres y mujeres hermosos, la belleza se convirtió en un verdadero pasaporte hacia la independencia, sin que los beneficios financieros dependiesen ya de la concesión de favores sexuales. Hoy día, todo lo concerniente al goce y al placer ya no es algo pecaminoso.